Una trágica historia del cólera de 1885
En 1885 Sella padeció la última pero la peor epidemia de cólera morbo. Durante el mes de julio de dicho año fallecieron casi un centenar de personas. Natividad Martínez Llorens destaca especialmente el día 25 de julio, día de Santiago, que los mayores todavía recordaban como una verdadera tragedia, según nos relata.
Precisamente dicho 25 de julio de 1885 falleció Rosa Llorens Mayor de cólera en la calle de San Joaquín, de 26 años de edad, natural de La Nucía.
Rosa era una de las primeras hijas de Vicente Llorens Llorca, de la Nucía, y de María Mayor Pérez, de Sella, un matrimonio de jornaleros.
Rosa contrajo matrimonio el 10 de septiembre de 1879 con José Giner García. Tuvieron dos hijos: María Josefa (1880) y Antonio Vicente (1885) Giner Llorens.

Muestra del estado antiguo de una calle de la zona más alejada del casco antiguo, cerca del raval (antiguamente estas zonas estaban habitadas por la gente de clase más humilde o pobre). Cerca se encuentra la calle de San Joaquín, donde vivía la hija de Vicente Llorens Llorca en 1885.
Vicente Llorens, tras la pérdida de su hija, se hace cargo de su nieto más pequeño, Antonio Vicente, y con ayuda de Juan Bautista Pérez, redacta una solicitud al Ayuntamiento el 6 de febrero de 1886, en la que explica que el niño, de apenas un año de vida, necesita “el alimento de la lactancia pues de otro modo hubiera perecido de hambre”. Vicente carece de bienes y además “está imposibilitado para el trabajo por su vejez y achaques que tiene y ademas es padre de una numerosa familia” (al menos 7 u 8 hijos, la mayoría menores de edad aún). Vicente, con dificultades y los pocos recursos de que dispone, se ha hecho cargo los últimos meses de su nieto y su alimentación y cuidado, “pero hoy dia se ve en el caso de implorar una ayuda para concluir la obra meritoria y tal vez Sagrada que viene ejerciendo en una criatura que, ya por el proceder del padre, como ya por la fatal desgracia de haber perdido á su madre necesita [la lactancia] para poder subsistir”.
Todos los parientes son pobres, incluso el padre de la criatura, el cual, como más adelante se explica en la copia del acta de la sesión celebrada por el Pleno, “es público y notorio la ha abandonado en termino de que si el solicitante no la hubiera amparado hubiera perecido por falta de la lactancia”.
Ante tal situación, al abuelo de la criatura no le queda más remedio que acudir a la Corporación Municipal y solicitar “acuerde al menos á favor de la misma una subvencion para atender al pago de su lactancia y por el termino de cuatro meses tiempo presiso y necesario que lo pueda necesitar”.
Como he dicho, la Corporación, presidida por José Cerdá Cerdá, reunida al día siguiente 7 de febrero escucha la petición de Vicente Llorens, “y Considerando […] que no se debe desatender á lo solicitado pues de otro modo se veria el desgraciado ejemplo de sucumbir un ser viviente en su mas tierna edad por falta del alimento necesario, despues de una breve y detenida discusion por unanimidad se acordó como á un acto de clemencia y de humanitarios sentimientos el que se abone con cargo al capitulo de imprevistos del presupuesto vigente la cantidad de diez pesetas mensuales para atender por espacio de cuatro meses á la lactancia del niño Antonio Vicente Giner Llorens”.
Al día siguiente, 8 de febrero, se le notifica el decreto del Ayuntamiento y como no sabe firmar lo hace a sus ruegos el alguacil José Ramón Orquin.
Vicente Llorens Llorca, el abuelo de la pobre criatura desamparada por la defunción de su madre a causa de la infección del cólera, es el tatarabuelo de la actual familia García Llorens.
Albert Rubio
Notas:
Martínez Llorens, Natividad. “Sella, historia y costumbres” (Sella, 1987).
Archivo Municipal de Sella. Exp. 114/8.