Vicent Ivorra i l’Apunyalà
Uno de los nombres más enigmáticos de Sella es el del bar de l’Apunyalà que, aun sin haberse usado oficialmente jamás, siempre ha sido el nombre popular de este bar (que hoy en día es una vivienda). Como dato extra, una vez alguien de Villajoyosa me dijo que cuando pagas algo por una suma mucho más elevada de dinero de la que realmente es, a eso se le dice una puñalada…
Mi bisabuelo Vicente Ivorra Solbes llevó este bar en la carretera cerca de 10 años entre 1936 y 1950. Nació en Sella el 16 de septiembre de 1895, hijo de José Ivorra Giner y de Aurora Solbes Llorca, y murió el 11 de octubre de 1960. Se casó con María Encarnación Seva Morales (1900-1979), alrededor de 1930, de cuyo matrimonio nació mi abuela Aurora en 1934.
La apertura del bar se realizó el primero de septiembre de 1936, según el documento de Alta, sin embargo este fue realizado entre el día 12 y 14. Del Alta transcribo literalmente lo siguiente: “Vicente Ivorra Solbes (…) Declara que las ventas de sus géneros verificarán en el establecimiento que al efecto ha abierto en la calle Diseminados número 7. (…) En Sella a 12 de Septiembre de 1936. “El interesado (…), A ruegos de Vicente Ivorra que no sabe firmar, Silvestre Ortiz”. Luego, una carta de una casa de vinos fechada en febrero de 1935 nos dice que Vicente ya planeaba abrir el bar desde mucho antes. Hay que imaginar que debió ser un poco duro llevar este bar, ya que se encontraban en plena posguerra, una época de hambre y miseria.
Vicente Ivorra y María Seva vivieron en el primer piso del edificio donde estaba el bar durante muchos años, y allí nació también mi abuela. En esa misma casa, durante la posguerra (alrededor de 1947), el pintor al que llamaban “el Pintoret” (que también hizo los paisajes de la Academia) pintó un paisaje en la chimenea. Una cortina de esparto hecha por mi bisabuelo daba paso al jardín que había pegada a la casa, y cuya forma ha perdurado hasta la actualidad, convertida como parte de la vivienda.
En este bar, Vicente ofrecía café y numerosas bebidas espirituosas o alcohólicas, expuestas detrás de la barra, como anís cazalla, mistela, vino, vino clarete, vino blanco, cantueso, café licor dulce, mistela, vermut, anís dulce, jarabe de limón, absenta y aguardiente fuerte, de hierbas y anisado, tal y como se muestra en las facturas conservadas. Pero no todo era beber en este lugar, también ofrecía comidas, aunque de estos productos apenas hay facturas, únicamente hay una factura de canelones. También ofrecía una “picaeta” junto a la bebida, normalmente de cacahuetes.
No era el bar el único oficio de mi bisabuelo. Aparte del campo, también se dedicaba a la venta de esparto y a la fabricación de productos con esta materia, oficio heredado de sus antepasados, y, además, atendía numerosos encargos hasta para clientes de Villajoyosa. En este pueblo marítimo conocía la Espartería de Jaime o Andrés Morales. Varios sobres de carta atestiguan, además de la espartería y el bar, una supuesta zapatería en el número 2 de la calle Valencia. Más tarde, aprovechó la visibilidad del bar para colgar en el balcón algunas muestras de lo que hacía con el esparto, de cuyas muestras hemos conservado dos “sàries”.
La música siempre ha dado lugar a ambientes agradables. Uno de los primeros gramófonos de Sella perteneció a Vicente Ivorra, con casi 30 discos de piedra de distintos géneros musicales que sonaron durante años en el bar. Por ejemplo, sonaron algunas jotas aragonesas como Los curas y taberneros y El jalón, de José Oto; canciones en inglés, Don’t let it bother you, de Fats Waller o Night and day, de Leo Reisman; también algunas italianas como Un sol volta ancora, de Giuseppe Anselmi, o Sì, mi chiamano Mimì, de Giannina Russ; algunos fandangos, también la famosa Campanilleros y una enorme cantidad de pasodobles, como Camino de Rosas, de José Franco, o Gitana de Albaicín, de P. Marquina, género que parece gustaba mucho en aquella época.
Llegada la década de 1950, la hija de Vicente Ivorra, Aurora, que se había casado recientemente con Juan Vte. Rubio Baldó “el Rubio”, decidió continuar con el bar junto a su marido hasta más o menos 1960 (recordemos, el año en que murió Vicente Ivorra). En esta década, el bar sería llamado bar Oriente. Durante la década de los 60 se mudarían a Villajoyosa y abrirían otro bar, el bar Aitana, que estaría abierto hasta alrededor de 1970, y ahí se acabaría este negocio familiar que empezó mi bisabuelo, en quien también terminó la tradición familiar de trabajar el esparto.
Los más mayores puede que todavía recuerden alguna pelea que hubiera, como una en la que tiraron objetos por los aires, al igual que la acequia, que pasaba por dentro de la vivienda.
Albert Rubio Rubio
Bien trabajo anos difficils