Demanda de Santiago Llorca en 1858
El 3 de diciembre de 1858, el señor D. Antonio Giner, Alcalde Constitucional de Sella, enviaba la siguiente carta, con su expediente, al Gobernador civil de Alicante, el señor José María Palarea1, que puede servir de introducción:
“Sor. Gobernador
Cuanto alega D. Santiago Lorca en la esposicion a que se refiere el oficio de V. S. de 23 de Noviembre ultimo, certificado á fojas primera de este espediente, es por desgracia cierto y positivo. Pues el Alcalde suspenso D. Ramon Climent terraplenó el año anterior, con peones a tanda vecinal, el angulo de la plaza que confronta con una casa del referido Lorca, é hizo construir tambien en la boca calle, por donde habian salido siempre las aguas pluviales, dos rostillos ó margenes de piedra que sobresalian de la superficie de la tierra lo suficiente para impedir que las aguas siguieran aquel curso, por lo que, cuantas veces llovia se introducian todas en la espresada casa de D. Santiago Lorca, causándole con estas inundaciones perjuicios de bastante consideracion.
Sella tres de diciembre de mil ochocientos cincuenta y ocho.
El Alcalde, Antonio Giner”
Este expediente2 se inicia con una carta que el propio señor Palarea envió a nuestro Ayuntamiento el 16 de noviembre, mencionando los trabajos que el alcalde suspenso D. Ramón Climent había hecho hacer y los destrozos causados por las lluvias en la casa de D. Santiago Lorca, quien le había comunicado todos los hechos y “que pide la indemnizacion correspondiente por dicho Alcalde, el cual dice obró de esta manera por pura venganza”, y a petición del referido Lorca, cuñado del señor Giner, se instruye un expediente para conocer la verdad sobre este hecho.
El secretario municipal de entonces, Agustín Ortiz, es quien redacta este expediente, y quien registra los libros de acuerdos del Ayuntamiento de los últimos dos años para no encontrar ningún acuerdo acerca de los procedimientos que se siguieron. Por lo tanto, se decreta que se haga comparecer al propio D. Ramón Climent, alcalde suspenso, y se nombran como testigos de la actuación a Jaime Pérez y Olcina y a José Cerdá y Llopis.
Aparte de la de D. Ramón Climent y Cerdá, también se toman las declaraciones de Manuel Cerdá y Cerdá, de Vicente García y Llorca, de Tomás García y Buades, de Roque Ruvio y García, de Pedro Juan Ortiz y Ruvio, de Vicente Sapena y Fuster, de D. Crisóstomo Ruvio y García, médico titular, de Francisco Herrero y García, albañil, y de Mariano Pérez y Buades, también albañil. Todos vecinos de la plaza, algunos lindantes con la casa afectada y otros directamente afectados por las inundaciones.
La casa a la que venimos haciendo referencia es la que hubo donde hoy se sitúa el actual Ayuntamiento de Sella, que en su momento fue hospital para pobres, legada por el señor Lorca y en la que instituyó una fundación para su conservación. Esta casa, ya deteriorada, fue derruida en los años de 1990, donde se construyó un parque de juegos para niños y después el actual edificio que alberga el Ayuntamiento.
Nati, en su libro “Sella, historia y costumbres” (1987), ya nos hablaba de estos alcaldes. Ramón Climent era alcalde ya hacia 1857, quien apadrinó a una niña hallada en una higuera en Seguró, a quien juzga como liberal moderado, y del que podríamos decir subordinado del cacique D. Juan Thous (enemigo del Sr. Giner) posiblemente. A partir de 1858 pasó a ser alcalde el ya conocido D. Antonio Giner hasta 1865-66, a quien calificaríamos como liberal progresista por muchos motivos, de ahí cierta rivalidad que pudiera surgir entre ellos dos, y la venganza que tomaría el señor Climent al verse suspenso en el cargo y sustituido por su poderoso contrario.
Como hemos dicho, fue llamado a declarar D. Ramón Climent y Cerdá, quien, o bien se acobardó y retractó de sus antiguas manifestaciones de venganza, o bien dijo verdad, fuera cual fuera el caso, explicó que “mandó terraplenar la plaza en la parte que confronta con la casa de Dn. Santiago Lorca, y que si bien la tierra puesta tenia mas de media vara de espesor en el sitio que confronta con la casa de Dn. Santiago Lorca, en otras partes no tenia tanto espesor; y que las dos otras pequeñas tapias o muros de piedra que se construyeron fue con objeto de que las aguas no robasen el terraplen que se estaba haciendo, pero que su animo al tomar esta determinacion no fué por venganza, ni por perjudicar, con intencion, a D Santiago Lorca; pues que al mandar hechar dicha capa de tierra no preveyó el daño que las aguas pluviales habian de ocasionar en la repetida casa: Y que despues de haver observado que efectivamente se han causado perjuicios al referido Lorca, se ha arrepentido una y mil veces de a ver tomado semejante determinacion”.
Por declaraciones siguientes, sabemos que mandó terraplenar la plaza a prestación personal (mandando y pagando él mismo los trabajos) con peones y caballerías de tanda vecinal. La capa de tierra que mandó echar fue de media vara de espesor (aunque muchos declarantes afirman que era de más de media vara), y consultando a cuánto equivale una vara, equivale a 3 pies (unos 90cm), y en Alicante la longitud de la vara se tenía por algo más de 80cm, podríamos decir que la tierra tenía medio metro de espesor aproximadamente.
Después, también se construyeron dos tapias o muros transversales pequeños en la boca calle o callejón, es decir, en la entrada de la calle del Hospital actualmente (entre el Bar Paco y el Ayuntamiento), que impedían el paso de las aguas pluviales, aunque las personas pudieran sortear dicho muro por encima sin mucha dificultad. Según la dicha declaración de D. Ramón Climent, estos muros se construyeron para que las aguas no arrastraran y se llevaran la tierra que habían puesto.
A consecuencia de todas estas obras, o como las denominan los declarantes, novedad o innovaciones, excepto Roque Ruvio y García, que lo califica como arbitraria é injusta innovación, a principios de ese año, se “inundó la referida casa tantas veces como llovió hasta el estremo que en algunos de ellos no pudiendo las paredes del corral resistir el agua se hicieron paso por las paredes é inundó tambien el agua las casas de D. Crisostomo Ruvio y de Franco. Herrero”, casas situadas a espaldas de la del señor Lorca, en la calle de la Purísima. Crisóstomo Ruvio, en su declaración, dice que algunas veces la abundante agua se filtraba por las paredes del corral de D. Santiago y entraba en su corral. En el caso de Francisco Herrero, cuando al anterior se le inundaba el corral, a éste también se le inundaba la bodega de su casa.
Otros declarantes hacen hincapié en el deterioro que estas inundaciones produjeron en la estructura de la vivienda, como dice Tomás García y Buades3: “a consecuencia y con motivo de las repetidas veces que se llenó el corral de dicha casa de agua, ha sufrido esta deterioro de bastante consideracion, y tal vez se hubiera derribado a no ser por que […] D. Santiago ponia, todas las veces que llovia, peones con calderas tirando el agua á la calle”. También menciona este hecho Pedro Juan Ortiz y Ruvio, quien habitaba la casa durante aquella época y en el momento del expediente seguía habitando, que dice que “con motivo de algunos fuertes aguaceros fue tanta el agua que entró en la repetida casa de D. Santiago Lorca, que habita el declarante, que inundó tambien las de D. Crisostomo Ruvio y Franco. Herrero, a pesar de haber puesto dicho D. Santiago peones sacando agua a la calle con calderos”. Podemos imaginar que dicho Pedro Juan estaría entre esos peones.
Como hemos visto al principio con la carta de D. Antonio Giner, todas estas declaraciones favorecieron la queja de D. Santiago Lorca. No sabemos mucho más acerca de este caso, pero Lorca debió de recibir alguna indemnización y se debieron retirar los muros y la tierra. Tiempo después sí sabemos que instituyó una fundación en la que esa casa pasaba a ser hospital de pobres, un lugar donde los más desfavorecidos pudieran residir. Por distintas declaraciones, los que vivían a las espaldas del hospital, mucho tiempo después, no tenían muy buena experiencia, tanto por la olor como por el carácter de algunos que habitaban allí.
Aparte de lo expuesto, me gustaría dar algunos detalles biográficos de Don Santiago Lorca o Llorca.
Santiago Llorca Cerdá nació en Benidorm en 1815. Su padre era Isidro Jaime Llorca Buforn, natural de Villajoyosa y fallecido en Sella en 1826. Casó con Isabela Ramona Rafaela Cerdá Catalá (1776-1857) en Sella en 1814, ésta era hija de Vicente Cerdá Puig, Procurador de los barones de Agres y Sella.
Atendiendo a esto, Santiago era primo de Teresa Cerdá Yangües (esposa de D. Juan Thous), de Remedios Cerdá Lloret (madre de los primeros Pons de Sella) y de José Vicente Cerdá Lloret (marido de D. Catalina Thous e hija de su prima Teresa), entre otros.
Santiago tenía tres hermanos menores. Isidro Vicente, que también nació en Benidorm en 1817, y Vicente María (1818) y José Antonio (1820), nacidos en Sella.
Contrajo matrimonio en Sella con la hermana de D. Antonio Giner (1823-1873), de quien hablamos anteriormente, la señorita María Antonia Giner Cerdá (1817-1880), el 14 de agosto de 1833 en Sella, dispensados en tercero con cuarto y cuarto doble grado de consanguinidad. Otorgaron dote ante Josef Saval dos días antes.
Santiago otorgó testamento el 6 de diciembre de 1879 ante D. José Ruzafa de Benidorm, donde nombraba como único y universal heredero a Francisco de Paula Orts Llorca y como albacea testamentario a José María Orts. Falleció el 12 de marzo de 1880 en Benidorm, y sus restos fueron trasladados y depositados en su panteón el 9 de junio de 1903.
Su esposa, María Antonia, otorgó testamento el 8 de mayo de 1880 ante D. Isidro Soler de Relleu, en donde nombró albacea testamentario a D. Salvador Cerdá Lloret, y falleció siete días después (dos meses después de su marido), a las ocho de la noche, en la Plaza de Sella, casa nº. 11, a causa de hepatitis crónica. No tuvieron descendencia.
Este artículo creo que puede servirnos a todos para darnos otro punto de acercamiento a esos personajes tan importantes e interesantes y, sobre todo, configuradores en cierta manera de la sociedad sellense del siglo XIX. Podemos ver una nueva situación en torno a Santiago Llorca y al poderoso senyor Toni Giner y también se nos da algunos detalles de la configuración de la plaza en aquellos tiempos.
Albert Rubio Rubio
Notas:
1. http://documentacion.diputacionalicante.es/presidentes.asp
2. Archivo Municipal de Sella. Carpeta 111-1.
3. Tomás García y Buades es, posiblemente, el mismo personaje de nuestro episodio provincial histórico sobre la confabulación de los liberales en Alicante en 1844. Se trata del labrador que de madrugada estaba regando y con quien el coronel Boné se topó y a quien éste se rindió exhausto después de una violenta persecución.
4. Mapa realizado sobre un mapa del catastro actual.